Las tres gracias
Ejemplo del canon de belleza del XVII.
Las hijas de Zeus fueron representadas a lo largo de la historia del arte como ejemplo de belleza ideal. En este caso, Aglaya, Talia y Eufrósine son tres exuberantes diosas, muy del gusto del pintor y su época, que bailan conectadas por las manos. Van desnudas, apenas tapadas por un velo transparente que amplifica todavía más la sensación de sensualidad.
Era el canon del siglo XVII: tías buenas con cuerpos rellenitos, caderas anchas y generosas carnes. La celulitis era síntoma de buena salud, los michelines de buena posición social. Todo lo contario que los esqueletos que nos quieren vender hoy como belleza.
Las tres gracias destacan por la ampulosidad de sus contornos. Rubens (“El Homero de la pintura”) era un verdadero maestro en representar las carnes, que parecen vivas y palpitantes. Están rodeadas de una naturaleza igual de exuberante poblada de numerosos elementos simbólicos vinculados al amor, la fecundidad y el deseo.
Se cuenta que una de las gracias podría ser la segunda mujer del pintor, Helena Fourment. En esa época Rubens tenía 53 años y se casó con una de 16, así que estaba viviendo una segunda juventud, de ahí un tema tan primaveral y sensual.
Este cuadro estaba pensado para los aposentos del propio Rubens (quizás por ello está pintado sobre una tabla), pero cuando Felipe IV de España le puso los ojos encima, se lo llevó.
Decid lo que queráis del monarca, pero nadie puede negar que tenía un gran gusto en lo que respecta al arte.