La confesión
Yo confieso...
Realizada en gran formato, tradicionalmente reservado para la pintura histórica, Giuseppe Molteni creó una de sus pinturas de género basándose en antiguas pinturas barrocas con el modelo iconográfico del sacramento de la confesión.
Por la vestimenta, que no es parca en detalles, vemos a una mujer contemporánea al autor —aunque bien podría tratarse de una escena pretérita— que se arrodilla en el confesionario para cantarle sus pecados al sacerdote oculto tras la celosía. La cercanía entre los dos personajes transmite una atmósfera de gran intimidad.
Ese tipo de cuadros que pretendían retratar aspectos de la sociedad y la vida cotidiana de la Italia decimonónica eran muy demandados por la burguesía italiana en la década de 1830: pinturas de género que van de lo más popular (a veces populachero) hasta la sátira social, pasando por los hábitos cotidianos de la gente, como era confesarse de vez en cuando.
Molteni fue una importante figura del mundo del arte en esa época, pero más que como artista, tenía una gran prestigio como restaurador, actividad a la que dedicó su carrera. De hecho, iría abandonando su pintura personal para ocuparse exclusivamente de restaurar obras antiguas, algunas de ellas barrocas.
Vista esta pintura, se nota que conocía muy bien el periodo Barroco. Hasta podríamos calificarla de Neobarroco.