La fragilidad humana
Depresión pandémica
A lo largo del siglo XVII, Nápoles —bajo dominio español— competía con París con ser la ciudad más poblada de Europa, lo que demuestra su importancia. Pero fueron décadas muy convulsas. Al tradicional nerviosismo que causa el Vesubio en la ciudad, con hasta cinco erupciones en ese siglo (especialmente grave, la de 1631, con uno 5.000 muertes), se unión una revuelta popular en 1647 contra los virreyes españoles causada por la presión fiscal sobre la población.
Pero eso no fue nada comparado con el episodio de peste de 1656 que liquidó a la mitad de sus habitantes, entre 150.000 y 200.000 ciudadanos. Era una época de esplendor artístico y pictórico. La escuela barroca napolitana, de las más importante de Europa del momento, se vio terriblemente afectada.
De los pocos pintores supervivientes a la peste estuvo Salvator Rosa (1615–1673). De origen napolitano, fue discípulo de Ribera, pero pasó la mayor parte de su vida artística entre Roma y Florencia. Por tanto, la plaga no le cogió en Nápoles, pero le afectó de forma directa e inhumana. Parece ser que había mandado a su ciudad natal a su primer hijo, Rosalvo, a la casa de un hermano. La peste se llevó por delante a su hijo, su hermano y a su otra hermana, esposa del pintor Francesco Fracanzano, que también falleció junto a sus cinco hijos.
La reacción de Salvator Rosa fue de profundo dolor y resignación. Pintó un cuadro titulado La Fragilidad humana. Se trata de un esqueleto alado que representa la muerte, que dirige la mano de un bebé al que obliga a escribir lo siguiente: «Conceptio Culpa, Nasci Pena, Labor Vita, Necesse Mori», que viene a significar «La concepción es un pecado, el nacimiento es dolor, la vida es trabajo, la muerte una necesidad». Es difícil mostrar mayor pesimismo.
Si el texto que escribe el niño es claro, no lo son menos los símbolos que están por doquier, por ejemplo, el niño que hace burbujas, el otro que prende fuego en el caldero, las mariposas, la flores, son todos símbolos de fragilidad, de la brevedad de la existencia.
En una carta que Salvator Rosa escribe a su íntimo amigo Giovanni Battista Ricciardi, famoso filósofo y dramaturgo, deja evidencia del calamitoso estado de ánimo del pintor: Esta vez el cielo me ha golpeado de tal manera que me muestra que todos los remedios humanos son inútiles.
En el siglo XVII los cuadros de Vanitas o «Memento Mori» (textualmente «recuerda que morirás»), eran muy populares. Los esqueletos o calaveras representando la muerte recordaban al espectador la brevedad de la vida y la inutilidad de los placeres mundanos. Las reiteradas pandemias que asolaron en especial la Europa mediterránea, dispararon la demanda de estos cuadros.