La novela romántica
El mal du segle en los retratos de Rusiñol.
En el decadentismo europeo se generará un cultivo de artistas y poetas que representaran en contra de los preceptos academicistas el pesimismo de una época evocada al tedio y la apatía del existir, como Paul Verlaine, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Rainer Maria Rilke entre otros, influyendo a los bohemios catalanes como Santiago Rusiñol. Éste se verá inspirado por un entorno parisino donde se generará la necesidad de representar el hastío de los días a través de la pintura, la poesía y la música, esta última encabezada por Erik Satie, gran amigo del pintor a quien inspiró su Gnossienne e hizo de modelo para algunos de sus retratos más conocidos.
Las figuras retratadas por Rusiñol reflejan una distancia en el semblante que a su vez se complementan con una auténtica apatía reveladora del finisecular siglo XIX. Ante este sentimiento desapasionado y despegado de la vida, la literatura será un método de fuga ante la imposición juiciosa de la sociedad de la época dónde una reducida cantidad de personas empiezan a ser consciente de la finitud de la propia vida y del poco sentido de ésta.
Los efectos que produce en algunos la lectura romántica, la que podríamos calificar de lectura malsana, cuyos efectos los vemos impresos en el pálido semblante de aquella joven con el libro en la mano, abstraída por el cúmulo de ideas que cruzan rápidas y confusas por su mente soñadora (…) Su aspecto melancólico, de mirada soñolienta, denotan claramente que para aquel cuerpo enfermizo la lectura romántica viene a ser un peligro, porqué el dolor físico añade una afección moral que mina su existencia amenazada por una muerte prematura, cuyo aterido cuerpo apenas logra reanimar el vivificante y tibio calor de la chimenea. Nuestros grabados, La Voz de Sitges, 3–8–1894.
Esta será la descripción estigmatizante que se hará en el siglo XIX entorno a la mujer lectora, representada en una de las obras más características del simbolismo decadentista catalán encabezado por Santiago Rusiñol i Prats (1861–1931). El artista retrata un interior que transmite una cierta calidez hogareña donde sitúa una figura femenina con ropajes oscuros sentada cerca de la chimenea sujetando un libro entre sus manos. La protagonista mira hacía la dirección del espectador como si tal sujeto exterior le hubiera interrumpido su lectura que le abstrae de la vida real contextualizada en el mal du segle del siglo XIX, también conocido como el sufrir del spleen baudelariano.
Se trata de una mirada terrenal y directa a la vez que abstraída, que hace referencia a la introspección de su propio carácter, de la necesidad de evasión de la impuesta racionalidad de la época. La gama de colores negros de su vestimenta de luto culminan en la muerte que contrastan con el blanco de la estancia intimista que se delimita en un interior casi burgués impregnado de una nostalgia sutilmente oculta pero perceptible. La figura femenina transmite una melancólica poesía a través de su expresión, que si parece distante y tensa, nos evoca a un fallecimiento abatido que se prolonga en el mismo existencialismo a través del tiempo.