La tertulia
La claustrofobia de ser mujer.
Ángeles Santos tenía 18 años cuando pintó esta Tertulia, un retrato de cuatro mujeres que fuman, leen y se relajan en sofás. Una temática bastante audaz para los años 20 en España, más aún en la periférica Valladolid, y más aún si lo pintaba una post-adolescente que parecía tener el demonio en el cuerpo, sino no se explica que una chiquilla pintara semejantes cosas.
Santos nos muestra una tertulia donde nadie dice una palabra. Se percibe la frialdad en esa claustrofóbica habitación gris. Solo están ahí, retorcidas en posturas imposibles, algunas mirándonos y otras leyendo, todas misteriosas. Un enigma que bebe de las vanguardias europeas de la época, sobre todo de esa Nueva Objetividad alemana. También de José Gutiérrez Solana y su Tertulia del Café de Pombo, donde los tertulianos eran todos hombres.
Aquí, Santos pinta mujeres jóvenes como ella. Estas mujeres son libres, pero solo dentro de su casa, solo en esa pequeña habitación impregnada de gris tristeza que bien podría la España de la época. Ese era su estilo expresionista, de belleza tenebrosa.
La jovencísima artista tendría un éxito en la España más abierta. Pero poco después se casa, estalla la Guerra y empieza a hablar sola. Parece enajenada por lo que su convencional y bienintencionada familia la ingresaría en un psiquiátrico.
Después de esto, nada sería igual. Tiempo después Ángeles Santos volvería a pintar, pero ya no misterios como esta Tertulia, con esa oscura belleza de joven torturada. Murió a los 103 años.
Ella se quedó en Valladolid, sojuzgada a la ley común de las menores, tan estrecha y tan injusta para ella, penando de soterración, bajo unas estrellas provincianas que eran como guijos que hacían daño a su carne almada, a su espíritu sobrehumano.
Ramón Gómez de la Serna