La vacunación
El arte de la inoculación.
Aquí tenemos la prueba de cómo le administran un chip de control mental a una joven de 1923. Ya no necesitamos probar nada más. Ahora bebamos un chupito de lejía y vivamos libres en esta tierra plana nuestra.
Todos sabemos que las vacunas provocan autismo y 5G. El primo del novio de mi hermana lo vio con sus propios ojos en un blog. Eso de que las vacunas han evitado millones de muertes es un invento de los Iluminati y el contubernio judeo-masónico para que votemos a los comunistas, seamos controlados por agresivas feministas y nos dejemos dar por el culo por el lobby homosexualista.
No seamos bobos, y no participemos en la modificación genética masiva de la población. El cuerpo humano puede curarse solo (quizás con un poco de ayuda homeopática o —insisto— la puta lejía), por lo que es imperativo pasar la enfermedad para inmunizarnos y ser más fuertes.
Los no-negacionistas (doble negación, eso ya nos dice mucho) nos quitaron ya la viruela, y nos quieren joder también la polio. Menos mal que están surgiendo con fuerza el sarampión y la difteria. Lo más inteligente es hacer una fiesta de contagio para crear inmunidad de grupo.
El colmo ya es esta nueva enfermedad que no existe. ¡Un virus que no se puede ver! ¿De verdad vais a caer en la trampa…? Eso es justamente lo que los gobiernos quieren que hagáis. Meteros química en el cuerpo y no cosas naturales (lo natural no es química). Todos los científicos están comprados menos una minoría que sigue luchando para preservar la verdad. Además la ciencia no lo explica todo.
Si somos listos podemos ver las pistas de lo que afirmo en este cuadro de Tardieu. Poneos un gorro de papel de aluminio y fijaos en la raza del médico que administra la vacuna… ¡Es un chino! Bueno, un vietnamita (Tardieu ayudó a crear la escuela de Bellas Artes de Indochina), pero un marxista al fin y al cabo.
Y ese fondo desdibujado nos dice claramente que estamos viviendo en un mundo irreal y debemos abrir los ojos, como hace el bebé de atrás. Simboliza el futuro del nuevo ser humano escéptico, crítico y paracientífico.
¡Despertad, hijos de puta…!