El sacamuelas
El sadismo de los dentistas.
Supongo que habéis ido alguna vez al dentista, ese ser sádico, esa criatura pesadillesca que parece disfrutar con nuestro dolor. Una persona que te dice que no va a doler mientras sostiene un taladro en la mano.
Imaginaos como debía ser la cosa en época de Rombouts… Al parecer en esos barrocos tiempos los dentistas eran considerados además unos embaucadores, unos buhoneros, unos charlatanes que quitaban dientes enfermos o sanos sin distinción. Hasta Quevedo lo consideraba el oficio más maldito del mundo.
Echad un vistazo a cómo ilustra el artista esta terrorífica escena: un sacamuelas ambulante ha desplegado sobre la mesa su instrumental quirúrgico. Rombouts lo muestra con todo lujo de detalles, incluidas unas muelas recién extraídas y un paño blanco empapado en sangre. Como buen seguidor de Caravaggio, el flamenco Rombouts no escatima en realismo crudo.
El paciente grita de dolor, claro. Los demás pacientes o bien esperan su turno entre aterrorizados, curiosos o disimulando el miedo, o bien ya han sido operados, como el tipo del turbante que enseña los piños a otro, y esperan en el lugar quizás para ver sufrir a alguien que no es de su agrado.
Ahora fijaos en el doctor, con esa sonrisa en su cara. Fijaos en en ese collar hecho de muelas alrededor de su cuello. Este complemento, a la par que elegancia, deja ver el buen hacer del torturador en este horripilante oficio.