Madre muerta
Un presagio.
En el otoño de 1918, tras la devastación de la Primera Guerra Mundial, la pandemia de gripe española asola el continente europeo dejando un saldo de 20 millones de muertos a su paso.
Egon Schiele, había contraído matrimonio en 1915 con Edith, pese a tener una amante, Wally (que era también su modelo y su musa), con la que pretendía seguir manteniendo una relación paralelamente. Pese a su corta edad, Schiele, era ya conocido en su entorno por su estilo de vida: díscolo y al margen de las convenciones de la época.
Su obra estaba marcada por un potente lenguaje personal, obsesivo y desgarrador, que le llevará a convertirse en el principal exponente del expresionismo austriaco.
Sin embargo, tras su matrimonio con Edith, y la ruptura definitiva con Wally que no aceptó ser su eterna amante, la pintura de Schiele se vuelve un poco más optimista.
Edith era una muchacha burguesa, bien educada y culta, que ofrecería al pintor la posibilidad del futuro prometedor que después de años de vida desordenada otorgarían a Schiele una cierta reputación de la que antes no disfrutaba.
A partir de entonces Edith pasó a ser su modelo e incluso, ocasionalmente, aceptó posar desnuda admitiendo las poses eróticas que el pintor le sugería y que formaban parte de su manera de pintar. Si bien, nunca llegó a emplear la crudeza sexual y explícita con Edith, a la que siempre representó con cierta benevolencia alejándose de las fórmulas expresionistas que utilizaba con otras modelos.
Así, Edith suele aparecer representada en el rol de esposa y sus retratos reflejan una cierta dulzura.
Finalmente Edith se queda embarazada, para ese momento y a su manera, Egon ya se sentía profundamente enamorado de su mujer. Y llegó la peste y Edith se contagió y después de días de triste agonía falleció junto al bebé no nacido.
Egon Shiele pintó varios dibujos de su mujer los tres días que pudo soportar su muerte. Al tercer día falleció víctima también de la peste y la tristeza.
Como un presagio, Egon Schiele había pintado en 1910 Madre muerta, una obra que mantiene algunos de sus rasgos pictóricos más característicos, aunque esta vez, el autor impregnará el tema de una profunda complejidad emocional que la vuelve vital y conmovedora.