Mark
Mark queda perfectamente retratado, pelo a pelo, poro a poro.
Retrato del pintor Mark Greenwold por parte de su «amigo» Chuck Close. Entrecomillado, ya que Close no saca nada favorecido a su colega. Desde luego aquí no hay rastro alguno de idealización o cualquier otro matiz fruto del filtro de la amistad.
Chuck Close se defiende: Por un lado se sabe que el artista sufre prosopagnosia (un trastorno cognitivo en el que el sujeto es incapaz de reconocer caras). Quizás por ello basó todo su trabajo en retratos de caras, empezando por las caras de sus mejores amigos.
Por otro lado, su objetivo como artista es mostrar la imagen del modelo tal cual, objetivamente, neutral, eliminando sentimientos, expresiones, psicologías, clases sociales, preferencias y entorno.
Se equivoca, por supuesto… Parece mentira que no cuente con que es el espectador el encargado de poner todo ese bagaje, exista o no. O quizás de esa manera, Chuck nos invita a tratar de medir a esta persona de la misma manera que las personas se miran entre sí en interacciones personales.
Pero el señor Close cuenta con otra interesante incoherencia: sus lienzos son enormes, monstruosos. Vamos, que quiere mostrar algo con un realismo radical, más real que lo que podría captar una cámara (artilugio que puede resultar de lo más subjetivo como bien sabemos), pero en un tamaño lo suficientemente grande para dejar claro que estamos ante una pintura. Una pintura además creada por un tipo que pinta de maravilla… En definitiva, Chuck diciendo: «¡Eh! ¡Mirad lo bien que pinto! ¡No juzguéis al modelo, sólo admiradme a mi…!»
Lo que yo veo en la imagen, si me lo permitís, es a un geek. Mark Greenwold es el clásico empollón ochentero, con esas gafas, esos dientes, ese rostro supurando sebo, antigua fábrica de acné, todo rodeado de esa atmósfera casposa.
De hecho, lo que veo en realidad es una imagen fotográfica de un geek, donde se aprecian perfectamente los desenfoques, los brillos y demás efectos exclusivos de la fotografía. Pero realizada en acrílico, pasándose meses y meses pintando poro a poro, pelo a pelo. Horas y horas invertidas en pintar a un personaje como Greenworld.
¡Vaya! Ahora que lo pienso quizás Chuck Close si sea un buen amigo después de todo, quizás si sea un artista objetivo.