Marzocco
Orgullo florentino
La República de Florencia encargó esta escultura a Donatello, pensada para emplazarse en las escalinatas que llevaban a los apartamentos del Papa Martín V, en la Basílica de Santa María Novella.
Este león no tiene una connotación religiosa, es más bien un símbolo de orgullo, poder y protección. El artista usó la pietra serena, una arenisca característica de la Toscana (acentuando así aún más dicho orgullo local).
El animal se recuesta en sus patas traseras y la pata delantera derecha sostiene un escudo, es el escudo de armas de la ciudad, que representa un lirio de color rojo.
No es un león feroz, no parece ninguna bestia desalmada, lo que infunde es autoridad, respeto, solemnidad y calma, pues se mantiene sosegado mientras sostiene el escudo heráldico. Es incluso majestuoso, gracias a su pose y expresión del rostro, en la que Donatello genera mayor realismo gracias al efecto de claroscuro en el hocico y algunas zonas de su pelaje.
A principios del siglo XIX decidieron cambiar la escultura de sitio y la colocaron en la Piazza della Signoria, delante de la fachada del Palazzo Vecchio (del mismo modo que hicieron con otras esculturas del siglo XV, entre ellas el David), aunque pocos años después se dieron cuenta que lo mejor era mantenerla resguardada con tal de preservarla en un estado lo más óptimo posible, por ello acabó en el Museo del Bargello, en la sala dedicada a Donatello, donde la podemos admirar actualmente, mientras que en la plaza pusieron una copia en su lugar.
Más allá del orgullo de la ciudad de Florencia, este Marzocco pretendía vencer y conquistar a otros dos animales: la loba (el animal que simboliza Siena) y el águila (que simboliza Pisa). Estas dos ciudades eran las dos grandes rivales de Florencia, del león.
Con el tiempo, el imponente animal cobró aún más importancia como símbolo de la república florentina, y aquellos que formaban las tropas y defendían la ciudad de cualquier amenaza se hacían llamar marzoccheschi, algo así como hijos del Marzocco, ya que su cometido era el mismo: proteger su amada ciudad de todo peligro externo.
El símbolo fue cobrando importancia, y a pesar de que la escultura de Donatello siga siendo la más célebre de la ciudad, podemos apreciar otras versiones mucho más pequeñas decorando pórticos, es ya todo un icono.