Muerte
La muerte patas arriba.
Max Beckmann pintó el óleo de gran formato Muerte como contrapunto al titulado Nacimiento de 1937.
Las dos obras fueron pintadas durante su exilio en Amsterdam, tras haberse largado de una Alemania nazi que seguramente lo hubiera castigado por «artista degenerado».
Los cuadros eran dos caras de una misma moneda en las que se ven paralelismos estilísticos, se podría decir que son casi un díptico, aunque por algún motivo Beckmann vendió por separado.
Temáticas antagónicas como un parto y velatorio, Beckmann las pinta con la misma composición y tamaño, y en las dos aparece, a modo de autorretrato, la figura de un médico con gorro y delantal. El artista ejerce así como una especie de mediador entre el nacimiento y la muerte.
Tengamos en cuenta que Beckmann era seguidor de la filosofía oriental y es muy probable que tuviera en cuanta el concepto de reencarnación. Muerte y nacimiento son viajes circulares, viajes como el suyo durante el exilio, que para él siempre significó una pequeña muerte, y a la vez un renacimiento de su arte.
La figura femenina tan demacrada que protagoniza la composición bien podría hacer referencia a la traumática muerte de su madre cuando el artista tenía 20 años, y que puso patas arriba todo su mundo.
Vemos como en la pintura, las figuras que rodean a la difunta están —literalmente— patas arriba. Dadle la vuelta a la imagen y otro cuadro completamente distinto aparecerá ante vuestros ojos.