Ninfas y sátiro
¡Qué belleza de cuadro, maldita sea!
En 1873 William-Adolphe Bouguereau expuso este lienzo en Paris, justo un año antes de que los impresionistas montaran esa famosa primera exposición que revolucionaría el mundo del arte.
Y es que en la época en la que fue pintada esta obra ya se olían dos formas radicalmente distintas de hacer arte. La tradicional, la de siempre, que pretendía seguir los postulados clásicos de la historia del arte hasta ese momento, y la moderna, la experimental, la de los impresionistas, que no apreciaban en absoluto obras como esta, por muy bien ejecutadas que estuvieran. ¿Es que no había cambiado nada el arte desde Rubens…?
Lo cierto es que pinturas como estas ninfas coqueteando con un sátiro son puro realismo burgués (lo que viene a ser, a falta de un nombre mejor, academicismo) y es normal que esos artistas revolucionarios que querían empezarlo todo de nuevo solo vieran aquí continuidad, poco riesgo… en otras palabras: aburrimiento.
Pero siendo justos, la pintura vista hoy en día es una maravilla y no es para nada aburrida. ¿Que es burguesa? Hombre, como casi todo el arte plasmado en lienzo… ¿Que está echa para el placer de los sentidos? ¡Pues claro! ¿No es para eso el arte?.
Ninfas y sátiro es puro juego, como el tema picantón que cuenta: unas ninfas acaban de capturar a un sátiro que las estaba espiando mientras se bañaban y pretenden tirarlo al agua fría a ver si así le pasa la calentura.