No necesitamos otro héroe
Kruger nos está diciendo lo obsoleto del mensaje, lo ridículamente binario que resulta.
Una niña cautivada por los músculos de un niño. Incluso a edad temprana, las mujeres indefensas son entrenadas para mirar a los hombres como el músculo o el poder… Y ellos están entrenados para ser fuertes y sin corazón.
La obra de Kruger perpetúa estos dos estereotipos sobre los géneros. Pero con sus típicas letras Futura Bold Oblique en blanco sobre fondo rojo, con su aspecto corporativo, serio, publicitario, legítimo a nuestros ojos de consumidores postmodernos, la artista pone el mensaje We Don’t Need Another Hero (no necesitamos a otro héroe).
Kruger nos está diciendo lo obsoleto del mensaje, lo ridículamente binario que es para los tiempos actuales. Nadie puede encajar perfectamente en estos únicos moldes existentes de hombres y mujeres.
Es típica de Kruger esta contradicción entre la imagen y el mensaje. Su carrera empezó fruto de esta contradicción, trabajando para revistas de moda y otros medios publicitarios, donde vio como sus lectoras devoraban imágenes de una realidad ideal inalcanzable, fantasías escapistas que se pasarían la vida persiguiendo. Era una industria despiadada la de la publicidad, que comerciaba desvergonzadamente con falsas esperanzas enquistando todavía más el papel sumiso de la mujer en la sociedad.
Así que decidió conservar estas imágenes, pero añadiéndole eslóganes muy sencillos y directos.
Así, es el espectador quien tiene que reconciliar el mensaje contradictorio de la imagen y las palabras por sí mismo.