Pelagos
Un agujero es también escultura.
Una de las escultoras más importantes del siglo XX insistió en su maravillosa obra en una cosa que siempre estuvo ahí, pero a la que quizás no se le prestó toda la atención: el agujero.
El vacío es importantísimo en escultura. Tan importante es a veces lo que falta como lo que hay. Y ya no hablemos de su simbolismo… Un agujero puede tener infinitas interpretaciones: desde el todo hasta la nada, pasando por el infinito mismo.
Barbara Hepworth, junto a coetáneos como Henry Moore, entendieron muy bien este concepto, y en el caso de la escultora lo llevó a su terreno: la abstracción, dando lugar a sencillas formas de evidente armonía y belleza.
Pelagos, («mar abierto», en griego), es el ejemplo perfecto en todos los sentidos. Con ese agujero inspirado en una bahía de Cornualles (Hepworth se inspiró tanto de la naturaleza como en Brancusi para crear sus piezas), creó una estructura esférica, una forma en espiral que sugiere una concha, una ola a punto de romper, una de esas curvas perfectas creadas por la naturaleza… También colocó en medio siete cuerdas que pueden evocar la música, ese otro arte abstracto, contrastando sus líneas rectas con la curvatura del resto de la pieza.