Presentación de Juan de Austria al emperador Carlos V, en Yuste
Encantado de conocerte, papá.
Juan de Austria fue el hijo ilegítimo de Carlos I (V de Alemania), y hermanastro del futuro rey Felipe II.
Carlos I quiso que su hijo se criara en España y ahí recibió educación y cuidados, aunque no el cariño de su verdadero padre. No hasta poco antes de morir el monarca: ahí Carlos I quiso ver a su hijo e incluso lo reconoció de manera oficial, tanto él como Felipe II, que acabó reconociendo al chaval como miembro de la familia real.
Eduardo Rosales, pintor especializado en historia, quiso representar el tenso momento de las primeras presentaciones entre padre e hijo y separa claramente la composición en dos grupos, dejando un buen hueco en medio, dando a entender la separación que había entre estas dos personas aunque compartieran ADN. A la derecha vemos al joven de azul, aún sin entender del todo qué estaba pasando. ¿Era su padre el rey? Así se lo confirma un mayordomo.
A la izquierda está el emperador que no encara del todo a su hijo. Sentado en su trono, tapado con una manta y rodeado de religiosos, se sugiere que no está del todo bien de salud. Quizás antes de palmarla quiere conocer a su hijo Jerónimo, que poco después pasaría a ser Juan, como la madre de Carlos, la reina Juana. Pero el caso es que mira de reojo a su descendiente, y parece más cercano al perro que a su hijo. Cosas de la realeza. Es lo que tiene ser elegido por Dios: a veces no pareces humano.
Rosales demuestra que se documentó para pintar este cuadro (no excesivamente grande para ser un cuadro de historia) y tanto la vestimenta como los detalles del monasterio de Yuste son del todo creíbles, preguntadle a cualquier historiador (y después decidle lo mucho que apreciáis su trabajo y dadle unas monedas o un plato caliente, os lo agradecerá).