Proudhon y sus hijos
Anarquía y realismo.
Gustave Courbet retrata aquí a su colega Pierre Joseph Proudhon, el filósofo pre-anarquista que dijo aquello de «La propiedad es un robo».
Courbet y Proudhon compartían ideas muy similares sobre Arte y Política. Ambos eran paisanos del Franco Condado, tenían bien agudizada su conciencia de clase, chuparon cárcel por sus ideas y sabían lo difícil que era vivir de pintar y de pensar sin tener una teta burguesa cerca en la que mamar. Aún así lo hacían.
Los dos pensaban que el arte tenía una misión moral y también educativa, y a la vez ser testimonio de su época. Debía elevarnos y transformarnos.
Y los dos sentían simpatía y admiración mutua por sus respectivos trabajos, sobre todo por el compromiso social de los mismos, y mantendrían una sólida amistad hasta la muerte de Proudhon en 1865.
Ese mismo año Courbet decide homenajearlo y lo retrata con su familia. Lo representa joven, feliz, acompañado de sus hijas, y aún así con su ropa de faena, trabajando en sus libros y papeles.
Llama la atención tras las niñas una ausencia (y a la vez una presencia casi fantasmal). Es la de Eufrasia, la sufrida esposa de Proudhon, que en un principio también estaba retratada con el resto de la familia, pero al parecer Courbet decidió borrarla.
¿Porqué quitarla? Quizás se deba a que Proudhon era un machista de tomo y lomo, incluso para los estándares de 1865. Mientras defendía a la clase trabajadora y atacaba la propiedad, este personaje cacareaba sobre la inferioridad física e intelectual de la mujer, avergonzando a no pocos de sus colegas anarquistas.
Aunque Courbet no tenía esas ideas mongólicas y pintaría a Eufrasia Proudhon en otras ocasiones. También parece que con retratar a las niñas no hay problema, así que es un misterio el porqué fue repintado el lienzo poco antes de la gran exposición personal de Courbet en 1867. Quizás simplemente Eufrasia le salió mal, quizás ella misma se lo pidió.