Retrato de Diego Rivera
Un pintor de los gordos.
Diego Rivera dijo que este retrato suyo pintado por Modigliani fue creado en su estudio de Montparnasse, barrio donde creaba esa irrepetible Escuela de París que pululaba por la capital del arte mundial de principios del siglo XX.
Estamos acostumbrados a las figuras alargadas de Modigliani. Esbeltas, delgadas, como flores que buscan el sol… Pero ¿cómo hacer esbelto a ese pedazo de elefante que era Diego Rivera? Aquí Modigliani cambia de táctica y de estilo, y opta por incrementar en número e intensidad las pinceladas, por volverse violentamente gestual, por rozar la abstracción, de la que apenas consigue escapar la sonrisa del modelo, y sobre todo opta por dejar inacabada la obra.
Todo indica que este retrato queda conscientemente inacabado, ya que el vacío del ocre del fondo dialoga de maravilla con la plata y el negro. Modigliani debió inspirarse en las acuarelas de Cézanne, tan perfectamente inconclusas.
Y también se respira lo primitivo, lo arcaico… A lo mejor, algún ídolo azteca le pudo enseñar Rivera a Modigliani para inspirar este retrato. A lo mejor andaban por ahí también Brancusi o Chagall, ya que cada uno tenía algo que aportar del folclore milenario de su país de origen a ese mejunje mágico de permeabilidad transcultural que se cocía a fuego lento en las buhardillas parisinas de la belle époque.