Retrato de Madame de Pompadour
La amante de Luis XV retratada por su pintor oficial.
Cuando la plaza de primer pintor del rey en la corte de Luis XV quedó libre tras la muerte de Charles-Antoine Coypel, Boucher vio una oportunidad para prosperar económicamente y se apresuró en ocupar el puesto. Allí conocería a una de sus principales protectoras: Jeanne-Antoinette Poisson, marquesa de Pompadour, o más conocida como la amante favorita del rey (como mínimo hasta su muerte en 1764).
Ella es la protagonista de este cuadro, pues no solo le encargó obras de temática mitológica o religiosa, sino que también (¿cómo no?), quiso ser retratada por él mismo.
No se puede decir que el pintor se sintiera demasiado cómodo haciendo retratos, eso se puede observar si miramos a nuestra protagonista, pues no llega a transmitir el carácter de su persona, pero pese a ello, sí que se esmeró en crear un ambiente sensual y de deleite, decorativo y lleno de dobles significados.
Es así, pues, que encontramos libros repartidos por el cuarto que podrían hacer referencia al intelecto de la dama; el perro que representa la fidelidad, y rosas y cartas (¿quizá para el rey?) que aluden al amor. Como el putti del mueble que vemos gracias al espejo.
Pero lo que destaca por encima de todo esto es el despampanante y lujoso vestido de la marquesa, y es que no está escogido a la ligera, pues la amante del rey tendrá un gran impacto en el mundo de la moda. Adaptó el vestido «a la francesa» a su gusto, añadiendo volantes y lazos y ese detalle del cuello que buscaba aumentar la sensualidad.
En definitiva nos encontramos ante una exposición de riquezas tratada con una gran maestría técnica, que juega con las tonalidades pastel y las texturas.