San Pedro curando a los enfermos con su sombra
Masaccio dio un gran paso en la historia del arte.
Este fresco retrata una escena de la vida de San Pedro, sacada de los Hechos de los Apóstoles (V, 12–14).
Según parece, algunos ciudadanos enfermos de Jerusalén que estaban en la calle, se curaban sólo con tocar la sombra de San Pedro, que pasaba por ahí.
Masaccio compone la escena de modo muy elocuente: San Pedro, seguido por San Juan, acaba de curar a dos enfermos y va camino de hacerlo con otros tantos, que lo miran esperando el milagro.
San Pedro ni se inmuta. Camina hacia adelante, como si no fuera con él la cosa. O no es consciente de semejante milagro, o más bien no quiere serlo, ya sea por humildad o por todo lo contrario… San Pedro camina por Jerusalén como una superstar.
Podríamos pensar que San Pedro es una especie de retrato, quizás subconsciente, del propio Masaccio. El artista era muy admirado en el siglo XVI y según Vasari, la prensa rosa de la época, «era un hombre muy retraído y descuidado [… ], no quiso jamás pensar en modo alguno en las preocupaciones mundanas, ni especialmente en lo que a ropa se refiere, y no acostumbró reclamar dinero a sus deudores, salvo cuando se encontraba en necesidad extrema, todos lo llamaban Masaccio en vez de Tommaso, que era su nombre: no porque fuese malo -pues era naturalmente bondadoso- sino por ser tan descuidado».
En el cuadro se puede identificar a algunas personas que conocía Masaccio. Tenemos al tipo del turbante rojo, que ha sido reconocido como Masolino; San Juan al parecer podría ocultar un retrato del hermano de Masaccio, apodado Scheggia; el hombre de barbas es igualito a Donatello…
Esto indica una cosa fundamental para la historia del arte: Masaccio quería imitar la naturaleza, quería hacer las cosas «reales». Y eso, por extraño que parezca hoy en día, era ultra-innovador. La simple observación de la naturaleza era vanguardista, un nuevo estilo que era una evolución del de Giotto, influído también por las modernísimas ideas de sus colegas el arquitecto Brunelleschi y el escultor Donatello.
Masaccio unió perspectiva, anatomía y luz (como veis el autor era un artista-científico, un hombre del renacimiento), recuperó el clasicismo greco-romano y se liberó de lo gótico dotando de vida a sus representaciones. Y eso es lo que hoy llamamos Quattrocento.
Puede que hoy parezca una obviedad, pero la arquitectura pintada en este cuadro es coherente, es decir, reproduce un efecto óptico audaz y verosímil, conectado por estrictas relaciones formales y respetando la perspectiva.
Hay que saber que hasta la fecha, el paisaje urbano realista era muy raro (quizás algo de Giotto), aún más usando la perspectiva como un científico.
Esto implica que un artista, un vulgar artesano que usa sus manos para trabajar, también puede usar la mente. Y eso fue revolucionario. Muerto con 27 años, Masaccio dejó un poco más abierta la puerta a todo lo que vino después.