Semillas de girasol
Trabajo de chinos.
Weiwei trabaja a lo grande. En Sunflowers seeds (2010) cubrió la superficie de 1.000 metros cuadrados de la Sala de Turbinas de la Tate Modern con cien millones de semillas de girasol realizadas artesanalmente, durante dos años y medio, por 1.600 trabajadores chinos de la región de Jingdezhen. Si eres de esos que lo cuestionan todo, las cuentas y nos lo cuentas.
En la línea del land art de Long, los campos de polen amarillo de Laib o de figuritas de Gormley, Weiwei carga sus obras de grandes temas. El artista chino, lanza un desafío al “Hecho en China” que vemos hasta en la sopa. Establece un diálogo entre un pasado, en el que trabajo esmerado y cuidadoso era señal de identidad de su pueblo, y la producción actual en masa destinada a una sociedad yonki del consumo que ha perdido el buen gusto (traducción: camiseta de Zara a 5€ que te dura dos telediarios). No quiere que los 1.400 millones compatriotas sean percibidos como una masa productiva sino como un conjunto de individualidades, tal y como ocurre con la propia pieza: Sunflower seeds es una obra de arte formada por cien millones de obras de arte. Juega con la percepción de la obra desde lejos, una masa gris, y con la identidad única de cada una de las semillas que surge al acercarnos.
La pieza se basa en los carteles propagandísticos de los tiempos en los que la figura de Mao Zedong era representada como un sol hacia el que volvía la mirada un pueblo chino embobado y al que Weiwei anima a espabilar, aunque sea un poco.