
Stalin ante el ataúd de Kirov
El ejemplo perfecto de Realismo Socialista.
El dirigente soviético Serguéi Kírov apoyó bastante a Rutkovsky y sus colegas artistas en los años 30.
Sin embargo, Kirov fue asesinado el 1 de diciembre de 1934 y Rutkovsky pintó apresuradamente, pero de corazón, este homenaje al líder comunista junto al líder supremo, Stalin, que se despide de él frente a su ataúd. No podía ser de otra manera. El culto a la personalidad de Iósif Stalin empezaba a potenciarse y salía hasta en la sopa.
Poco sabía Rutkovsky, ni nadie, quien estaba realmente detrás tras el asesinato de Kirov. Para empezar, se ejecutaron a 20 «terroristas» y detuvieron a 15 miembros del partido, hasta ahora coleguitas de Stalin, que o bien fueron ejecutados o bien llevados a gulags donde no vivieron por mucho tiempo.
Fue el inicio de La Gran Purga.
Rutkovsky se limita a mostrar este funeral de estado donde abundan, evidentemente el rojo, en contraste con el blanco y el negro y hay un estricto ritmo de horizontales y verticales.
El lienzo es un fiel documento de su época y el ejemplo perfecto de Realismo Socialista, un arte eminentemente propagandístico que poco tenía de experimental, ni en la forma ni en el fondo. De hecho, el arte de Rutkovsky se acerca bastante a neoclasicismo.
Eso, por supuesto, no supone que sea un arte malo. Al contrario. Es una pintura técnicamente excelente y extremadamente interesante a nivel histórico.