Thunder Smash
Materialidad aumentada de un elemento de la cultura pop juvenil.
De las naturalezas muertas que Charles Bell fotografiaba para después pintar a gran escala mediante la proyección de diapositivas sobre el lienzo y plasmando así hasta el más mínimo detalle, la serie de trabajos sobre las máquinas de pinball comenzada en 1977 es la más espectacular. Esa realidad subjetiva, a la que Bell hacía referencia cuando hablaba de su particular modo de retratar los objetos, capturaba un pedazo de materialidad aumentada en la que la vivacidad de los colores, su brillo y los reflejos sobre el tablero luminoso nos hacen sumergirnos en ese juego tan popular, inventado en el siglo XVIII y surgido con su aspecto moderno en la década de los sesenta y sobre todo masificado en la de los ochenta como elemento de la cultura pop juvenil.
Sus series más destacadas son Fireball 500, The Viking, Pinball Wizard, Feel Them Bumpers o Thunder Smash de las que habitualmente realizaba varias versiones en diferentes tamaños y técnicas.
En este caso, se centra en una parte de la máquina en la que vemos algunos componentes mecánicos como el spinner con la leyenda «Pow», el bumper de 100 puntos o los lanes con las letras C y B al fondo, pintados con una precisión asombrosa, al igual que la bola en la que se refleja parte de la superficie de juego y donde podemos leer el título de la propia obra.
Estos primeros planos casi fotográficos son una representación de nuestras experiencias visuales en el mundo contemporáneo, influenciadas también por la publicidad y los medios audiovisuales. Así, mientras los fotorrealistas de la costa oeste se inclinaban por las imágenes de vehículos y casas en escenas cotidianas, Bell optó por la naturaleza muerta de estética pop asociada al consumo pero capaz de resonar en nuestras cabezas de un modo ciertamente emocional.