Trozos de carnero
Naturaleza muertísima.
En algún momento de principios del siglo XIX (seguramente durante la terrorífica Guerra de Independencia), a Goya le dio por hacer algo inédito en su pintura hasta entonces: naturalezas muertas.
El género del bodegón, siempre tan de moda en España, tenía una larga tradición desde el Barroco, pero los de Goya son bodegones que distan mucho de las hipnóticas naturalezas muertas de Zurbarán o de ese misticismo de Sánchez Cotán. En sus bodegones, Goya muestra mucho más que los típicos cuernos de la abundancia. Lo que hace es retratar simples cadáveres de animales. No es ni comida. Es carne cruda.
Es evidente que a Goya lo que le gustaba era pintar gente, y detestaba esa mierda descriptiva del bodegón tradicional. Bajo sus pinceles, y con una óptica realista hasta el extremo, Goya retrata la muerte de forma cruda, y esa degradación que le llega al alimento con el paso del tiempo.
No son las de sus naturalezas muertísimas carnes apetitosas en su estado óptimo para el consumo; son más bien cachos inertes, grisáceos, rancios, dando a entender que no están del todo frescos.
Estos Trozos de carnero sobre una mesa y fondo negro, muestran una cabeza de carnero que parece mirar con melancolía a esas costillas. Casi podemos oler esa carne, que puede que recuerde a algún Desastre de la Guerra.
Ya sé que estoy un poco pesado con este tema, pero es que me encantaría que leyérais mi libro «Francisco de Goya: El tiempo también pinta», donde se comenta esta y otras muchas obras, además de la apasionante vida del maestro Goya.
Si os gusta HA! y os gusta Goya, es casi imposible que no os guste este libro, que podéis adquirir aquí.
¡Gracias por vuestra santa paciencia!
Miguel Calvo Santos