Venus y Adonis
El misterio de la pierna de Adonis.
El Museo del Prado ha organizado en 2021 una exposición de máximo interés, Pasiones mitológicas. La estrella ha sido Tiziano, quien realizó varias series de cuadros basados en la antigüedad clásica, que tuvieron enorme influencia por todo el continente, como el producido para Alfonso I de Este para el denominado Camerino d’Alabastro de su palacio de Ferrara [1] [2].
Otra de esas series, la denominada Las Poesías, fue encargada por Felipe II al ya por entonces veterano maestro. Realizó seis cuadros que pronto se dispersaron por diferentes lugares del mundo [3]. El Prado conserva sólo uno, Venus y Adonis, por lo que la exposición fue un momento histórico para volver a ver la serie en España al completo después de varios siglos.
Para contextualizar esta serie, se trajeron otros cuadros mitológicos de relevantes maestros de los siglos XVI y XVII, en especial Rubens. Y, sin duda, uno de los que mayor protagonismo tuvo fue otro Venus y Adonis, en este caso, de Ribera, cuadro de una belleza y colorido excepcional, contrario al tenebrismo que le ha dado injusta fama.
El escabroso mito de Venus y Adonis comienza con Mirra (hija de Tías, rey de Siria), quien fue instada por Venus a tener una relación incestuosa con su padre, sin que él supiese que yacía con su propia hija. Al enterarse del engaño, la persiguió para matarla. Mirra imploró la protección de los dioses, quienes la transformaron en un árbol (árbol de la mirra) del que surgió, diez meses más tarde, un niño de debajo de la corteza dotado de una excepcional belleza, Adonis.
Venus, rendida a la hermosura del niño, se lo dio a Perséfone (diosa de los infiernos) para que lo cuidara, pero ésta también quedó prendada de Adonis, por lo que tuvo que intervenir Zeus, quién obligó a que ambas diosas lo compartieran. Pero a Adonis, lo que le gustaba de verdad era cazar, y a pesar de las advertencias de Venus, finalmente, un jabalí enviado por Artemisa hirió de muerte al joven durante una cacería.
El cuadro de Ribera refleja el momento en que Venus llega a la agonía de su amado Adonis. De este cuadro destacan varias cosas muy interesantes. Venus, diosa de la sensualidad, era la excusa perfecta para hacer desnudos femeninos, pero Ribera, de forma excepcional, nos la presenta totalmente vestida.
También, es un pintor con fama de sádico y violento, por lo que desaprovecha una oportunidad de oro para mostrar la muerte de Adonis de forma más sangrienta (como, por ejemplo, sí hace Rubens).
Por último, durante mi visita a la exposición (junio de 2021), Teresa Posada Kubissa me señaló un inquietante detalle iconográfico que le llamaba la atención y sobre el que no he encontrado referencia bibliográfica alguna: el magistral escorzo con que nos presenta Ribera al Adonis moribundo, termina en ambas piernas en penumbra, pero si uno se fija con detenimiento, la pierna derecha se va transformando y confundiendo con el fondo rocoso (¿o quizás en una corteza de árbol, como de la que nació?).
De estas cuestiones, podemos sacar varias reflexiones sobre Ribera: probablemente era una persona bastante recatada que huía de los desnudos sensuales; lejos de ser un sádico, como se le ha tachado, más bien evitaba plasmar violencia, y, por último, era un artista enormemente innovador que incluía referencias novedosas, incluso misteriosas, en sus cuadros.