Isaac y Jacob
Vendo primogenitura por un plato de lentejas.
Este pasaje bíblico se nos narra en el Génesis 27. Isaac ya estaba mayor y a consecuencia de ello la vista le comenzó a fallar. Por otro lado, junto a su esposa Rebeca tuvo dos hijos: Esaú, el mayor, y Jacob, el menor (en la antigüedad era el hijo mayor quien se quedaba con todo y para el menor ajo y agua). Pero Rebeca no estaba dispuesta a pasar por ello, pues como toda madre, tiene a su favorito y en este caso era Jacob.
Isaac viendo que la muerte le estaba acechando decidió bendecir a Esaú para que pudiera quedarse con todo. Pero antes, le pidió que se fuera a cazar. Rebeca aprovechó ese momento para tejer su plan. Con la ayuda de su madre, Jacob se vistió con ropa de su hermano, llevó comida a su padre y se cubrió el brazo con una piel de cordero para imitar el abundante vello de su hermano. De ese modo indujo a Isaac, anciano y ciego, a confundirle con Esaú.
En el cuadro vemos a Esaú en la ventana regresando, pero llega tarde pues Isaac ya ha bendecido a Jacob. Advertimos como Rebeca empuja a su hijo a que se aproveche de la situación y como nos mira desafiantes para que no digamos nada. Además, le señala para recalcar su mensaje. Como buena obra barroca, quiere jugar con el espectador, hacernos parte del cuadro y convertirnos en cómplices del delito. Sumado a ello, vemos un juego de luces y sombras propio del barroco. Y le añade un gran cortinaje rojizo para darle ese aspecto teatral.
Pero ahí no queda la cosa. Lejos de ser un cuadro meramente religioso esconde algo muy interesante. La obra en sí reúne los cinco sentidos, juego muy popular en este periodo artístico. Los cuatros primeros (tacto, vista, oído y olfato) los encontramos en las acciones de los personajes principales. El tacto gracias a la piel que se coloca en el brazo; la vista viene de la mano de la ceguera de Isaac; y, el oído y el olfato los emplea para cerciorarse de que es Esaú. Por otro lado, en la obra vemos un pequeño bodegón que podríamos pensar que es un vanitas, tan propio de estos momentos, pero no, pues representa el sentido del gusto.