Venus del espejo
El arte de la curva.
Pincelada a pincelada, Velázquez va pintando a la diosa del amor reclinada sobre su cama sobre sábanas de satén. Se mira en un espejo dispuesto por Cupido y su reflejo es borroso. No podemos más que intuir quién es la personificación del amor.
Velázquez retrata la belleza como algo inconcluso. Es nuestra imaginación — y nuestros gustos subjetivos— quien deben completarla.
Llaman la atención sobre todo dos cosas en esta pintura: las curvas, presentes tanto en las telas y como en el cuerpo de la diosa, creando un sensual diálogo; y el hecho de que el pintor barroco vuelva a usar espejos, abriendo así la composición al infinito. El resultado es una asombrosa profundidad.
La obra fue una influencia clara en los fans de Velázquez y se puede ver por ejemplo en la Olympia de Manet o la Maja desnuda de Goya.
En 1914 la sufragista Mary Richardson le dio 7 puñaladas a la obra como protesta por la detención de una compañera. Afortunadamente la Venus pudo ser restaurada con éxito.
«He intentado destruir la pintura de la más bella mujer en la historia de la mitología como una protesta contra el Gobierno por destruir a la Sra. Pankhurst, quien es la persona más hermosa de la historia moderna.»