La fragua de Vulcano
Los cuernos más artísticos de la historia
Demostrando muy poca discrección, Apolo, dios del sol, se chiva a Vulcano, dios del fuego, de que su mujer Venus le está poniendo los cuernos con Marte.
En ese preciso instante (y eso es el cuadro: un instante irrepetible, al gusto barroco), los ayudantes de Vulcano, los cíclopes, están trabajando en su fragua, que es la forja donde se trabaja el metal, y al oir las noticias que trae Apolo miran sorprendidos al dios. Pero quizás no están sorprendidos de la infidelidad, ya que todo el Olimpo sabía ya de los amoríos adúlteros entre Marte y Venus, sino quizás sorprendidos de que Apolo sea tan chivato y soplón.
Diego Velázquez estaba en la cima de su genio. Cuando pintó esto estaba en Roma y desde luego este ambiente clásico debió influir en el artista, que decidió sacar de la nada y por decisión propia un cuadro sobre el adulterio narrado por Ovidio.
El tema ya había sido tratado por otros artistas. Sin embargo nunca de una forma tan original, en el mismo momento de la noticia, sino más bien cuando Vulcano decide cazar a los amantes con las manos en la masa (y por cazar me refiero a literalmente, cazar con su red).
Y como siempre, los porqués de este artista son un misterio. Quizás quiso representar a la inspiración visitando a las artes menores. ¿Quién sabe…?
Lo que si sabemos es que el cuadro en directo impresiona. Es donde se percibe el dominio que tenía Velazquez sobre las anatomía clásica (los cuerpos de estos tipos parecen tal cual estatuas grecorromanas, que el pintor debió estudiar a fondo en Roma) y sobre las naturalezas muertas (esos metales y demás objetos de la fragua parecen reales). Hasta representa a la perfección la cojera de Vulcano, a la manera clásica, con un contraposto maravilloso.