Las hilanderas
La fábula de Aracne en su versión más barroca.
Puro teatro barroco sobre un escenario (en realidad varios) minuciosamente compuestos por un Velázquez extraterrestre que nos quiere contar la fábula de Aracne desde otra perspectiva más intelectual e ingeniosa, al modo de los grandes cerebros del Siglo de Oro español.
Aracne, según Ovidio, era una joven que tejía tan bien que presumía de ello continuamente e incluso andaba diciendo por ahí que lo hacía mejor que la diosa Atenea. Harta de tanta chulería, Atenea se disfrazó de vieja y la retó a un concurso para hacer el mejor tapiz y a la presumida Aracne no se le ocurrió mejor tema que representar las infidelidades de los dioses. Atenea, ofendida, se quitó el disfraz y decidió zanjar el asunto convirtiéndola en una araña. Es por ello que las arañas tejen tan bien.
Velázquez aprovecha esta historia para hacer una reflexión sobre la creación y representa el taller de Aracne con la joven artista tejiendo con maestría (de espaldas a la derecha) y la diosa disfrazada de vieja a la izquierda. Sabemos que es ella por la pierna de adolescente que nos muestra.
No podemos más que asombrarnos con esta maravilla pintada con la famosa perspectiva aérea del genio, y tener un sthendalazo con el virtuosismo con el que el pintor capta el movimiento de la rueca. Hasta el movimiento del gato es espectacular. Todo el cuadro parece moverse.
Al fondo, en ese segundo escenario, Velázquez pinta de nuevo a los personajes frente a un tapiz (hasta parecen formar parte de él). En él vemos representados los amores libidinosos de Zeus, el papá de Atenea (en concreto el rapto de Europa). Es el desenlace de la fábula y la diosa ya tiene sus atributos: armadura y muy mala hostia… Va a transformar a la joven Aracne en araña, condenada a tejer eternamente
Tenemos así varias escenas en una sola, varios juegos teatrales, varias representaciones, varios conceptos en uno solo. Es un juego típico del Barroco. Velázquez deja la escena de en frente poco iluminada y dota de más luz a la escena del fondo, para crear un juego de miradas en el espectador y asegurarse de que captamos lo que quiere decir.