Los bufones de Velázquez
Retratos de sus colegas residentes en palacio.
- El inteligente enano Don Sebastian de Morra, sentado sobre el suelo.
- El bufón calabacillas, de mirada bizca y sonrisa estúpida.
- Francisco Lezcano «El niño de Vallecas», pura inocencia.
- D. Diego de Acedo, rodeado siempre de libros.
- Don Antonio el Inglés, junto a esa enorme perra mastín casi de su tamaño.
- El fanfarrón Don Cristóbal de Castañeda y Pernía, más conocido como Barbarroja…
Los bufones de Velázquez son la documentación del artista sobre algunos de los residentes del palacio del poco avispado rey Felipe IV. Una curiosa tropa de bufones enanos o discapacitados psíquicos, cuya función principal en la Corte era distraer a los monarcas del tedio y la rutina de los asuntos del gobierno.
Eran en realidad funcionarios de la corona, y recibían por ello un sueldo más que digno. Más si tenemos en cuenta que el siglo de oro español, el mejor que vivió este país en las artes, fue bastante malo en lo que se refiere a que el pueblo se llevara un poco de pan a la boca.
Estos bufones animaban las jornadas contando chistes, haciendo tonterías o interpretando escenas teatrales y al parecer eran muy queridos por la familia real y el propio Velázquez, que los retrata a todos con una apreciable dignidad (aparte de la evidente buena factura… Velázquez fue «el más grande pintor que jamás ha existido», según Dalí…)
La misma dignidad con la que retrató a filósofos, dioses de la mitología, figuras históricas e incluso que la familia real.
Se adelanta aquí el maestro al romanticismo, y además brinda a reyes y demás fauna palaciega un espejo, pues visten igual los nobles e infantas que los bufones y meninas. (De hecho en su obra maestra, «Las Meninas» mezcla a todos por igual).
Un retrato, quizás inconsciente, de la decadencia de España (en lo político, no en lo artístico…)