Vestido de Popova
Una nueva moda para un nuevo país.
En 1921 la artista rusa Liubov Popova abandona la burguesa pintura de caballete para centrarse en servir a la revolución:
La organización de los elementos de la producción artística debe volver a la puesta en forma de los elementos materiales de la vida, es decir, hacia la industria, hacia lo que llamamos la producción.
Así trasladó sus revolucionarias ideas de arte geométrico no-objetivo a facetas «más útiles» como puede ser la moda demostrando una implicación con el constructivismo que la convertiría en una de las artistas más importantes de la época.
Popova comenzó a crear diseños para la fabricación de telas, al tiempo que examinaba la relación entre sus estampados textiles y el lenguaje abstracto de sus pinturas anteriores. Quería participar en la construcción del nuevo paraíso comunista mediante el uso de su talento para diseñar nuevos objetos cotidianos para la producción en masa.
Así también perfeccionó su trabajo en tres dimensiones.
Además de enfatizar la necesidad de erradicar los enfoques tradicionales del diseño textil y el deseo de promover la «forma geométrica» que la había enamorado poco antes del estallido de la revolución, Popova quiso revolucionar a su manera la forma de vestir de los nuevos ciudadanos.
Quería crear telas para mujeres soviéticas de todos los ámbitos, que residen «tanto en el campo como en los distritos de trabajadores». Le preocupaba anticipar «el gusto personal de la campesina en Tula». De hecho, el ornamento geométrico siempre había sido un componente entre muchos otros de la vestimenta campesina. Con esto, Popova no solo estaba adoptando el constructivismo, sino que también estaba revitalizando una tradición campesina rusa.
Aunque no abandonó sus círculos, cuadrados y triángulos, que aún hoy en día parecen vestidos futuristas, también produjo diseños con formas simbólicas, como la estrella de cinco puntas del Ejército Rojo (que delineó en rojo dentro de un círculo negro)o la hoz y el martillo, la insignia del nuevo estado, que simbolizaba la unidad del trabajador y el campesino, El uso de tales imágenes reforzó el mensaje comunista, al tiempo que satisfacía la demanda de los consumidores de motivos más figurativos.
Como en otros muchos aspectos de la revolución, la moda de Popova se quedó en un experimento utópico que no salió de los laboratorios y del ámbito artístico. Las campesinas tenían en esos primeros años de la Revolución rusa otras preocupaciones.