Balthus
Francia, 1908–2001
Balthasar Kłossowski de Rola, Balthus, fue hijo de un historiador del arte de la élite cultural francesa de principios del siglo XX. En ese ambiente burgués, matizado por un pasado aristocrático e intoxicado con los efluvios surrealistas, el artista comprendió que el escándalo era una de sus mejores bazas.
Balthus explotó como nadie el aspecto sexual en su obra, que quizás hoy en día sea más escandalosa que en esos años. Incluso en Alemania se acaba de censurar una exposición.
Morboso, pintó Lolitas en escenas de lo más inquietantes. Ninfas que nunca sonríen y miran a la nada en las posturas más eróticas, enseñando sin querer su ropa interior. Aunque según el artista son personajes inocentes… es el espectador, ese oscuro voyeur, el que mancha su inocencia. Balthus sabía muy bien que el arte no es (o no debe ser) una actividad inocente.
Con una técnica robada de los clásicos que desde niño observó en el Louvre, Balthus imprimió a su pintura una atmósfera surrealista, misteriosa, ya fuera en calles llenas de gente o en salas de estar privadas. Una figuración vaporosa y onírica, llena de silencios y secretos, que de algún modo presagia cosas terribles y perversas.
Pese al escándalo, vendió muy bien su trabajo. Picasso fue el primer comprador de sus obras y colaboró con sus amigos Artaud, Camus o Miró, que vieron en él a un surrealista anti-surrealista, a un pornógrafo anti-pornógrafo: «Algunos periodistas creen que mi obra es pornográfica ¿Qué significa eso? Todo es pornográfico hoy en día… La publicidad es pornográfica. Las modelos de productos de belleza parecen tener un orgasmo…»
El pintor falleció el 18 de febrero del 2001, cuando se disponía a cumplir «23 años» (Balthus nació el 29 de febrero de 1908, en año bisiesto, así que sólo celebraba su aniversario cada cuatro años). Lo realmente surrealista fue que Bono de U2 cantó en su entierro.