Blancanieves y su madrastra
Complejas relaciones familiares.
Recuerdos de infancia, de su familia, los cuentos de hadas, la historia de su Portugal natal, la Escuela de Londres, la influencia de El segundo sexo de Simone de Beauvoir… todo se da cita en el personal universo de esta artista universal, que aquí reinterpreta la historia de una Blancanieves a la portuguesa (una especie de autorretrato) y de sus complejas relaciones familiares con su malvada madrastra que en esta obra le pone las bragas con cierto desdén (¿o quizás se las quita…?).
Paula Rego se apropia de un popular cuento infantil, ese de la pobre chica con familia disfuncional que sólo puede ser salvada por un príncipe azul, para actualizarlo y darle un nuevo significado. Blancanieves se muestra muy masculinizada, algo típico de la obra de Rego, y muy alejada de ese ideal de belleza al que nos tenía acostumbrados Disney, aunque la artista mantiene el icónico vestido de la película para hacer al personaje más reconocible.
El mito de Blancanieves le sirve a Rego quizás como forma de retratar las desigualdades sociales y de género, y sobre todo las relaciones familiares, en este caso entre mujeres de distintas generaciones. Blancanieves, pasiva ante su madrastra, es casi humillada mientras supervisan su higiene sexual, pero no lo demuestra. Su gesto es de total dignidad. Pero es como una adulta tratada como una niña, que es la forma en la que son tratadas muchas mujeres como forma de protección ante los peligros del patriarcado.