Chica sentada
Kirchner retrata a Fränzi, la musa de Die Brückte, el primer grupo expresionista de la historia.
Ernst Ludwing Kirchner, admirador de Van Gogh, del arte primitivo y la xilografía. Habitual de tugurios berlineses de principios del siglo XX. Pintor, aunque iba a ser arquitecto. Depresivo. Oscuro. Fascinante.
Con estos factores Kirchner se convertiría en el artista que desencadenó una de las primeras vanguardias artísticas: el expresionismo.
En cuanto a formas, Kirchner empezó a usar colores libres y estridentes, trazos angulosos. Formas caóticas. Fuera perpectivas, escorzos violentos, subjetividad y contornos trazados con líneas gruesas, justo como los de los grabados en madera (xilografías).
En cuanto a contenido, el artista se dedicó a representar prostitutas, locales nocturnos de dudosa reputación, calles angostas con personajes oscuros y misteriosos.
Con todo ello quiso plasmar la ansiedad y las deformaciones de su inquietud psíquica, como había pasado con Van Gogh, Munch o Ensor, los pre-expresionistas que abrieron camino a los jóvenes alemanes con los que Kirchner fundó Die Brückte (El puente).
Fränzi, la musa de Die Brückte.
Por el estudio del artista pasaron todo tipo de mujeres. Muchas eran prostitutas, al margen de la sociedad, o en términos nietzscheanos, seres del mismo universo que los artistas plásticos. Otras eran personas de la calle, que Kirchner invitaba a ser pintadas con mayor o menor fortuna.
El artista las plasmaba a todas ellas en sesiones cortas, sólo el tiempo justo para captar el instante, la expresión; y todo con rápidas y coloristas pinceladas.
Una de las modelos más representadas de esos años fue Lina Franziska Fehrman, una niña de diez años que apareció en 1909 a la que el artista llamaba «Fränzi» o «Marcella».
Fränzi era de un barrio obrero berlinés y se convirtió en musa de todos los artistas del puente, quizás por esa intensa mirada. La niña sería retratada docenas de veces en diferentes poses.
Kichner la pinta aquí con un vestido rojo, sobre la cama y mirándonos. Se podría decir que es una especie de obra-resumen de esta época de Kirchner. Las típicas formas angulosas, el color amarillo en los rostros y un colorido estridente, saturadísimo.