Cornelia, madre de los gracos
No todos los tesoros son de oro y plata.
Cornelia era hija del famoso Cornelio Escipión, apodado el Africano por vencer a Aníbal en la Segunda Guerra Púnica. Era una mujer ejemplar, con todas las cualidades que debía poseer una buena romana. Culta, determinada e inteligente, proporcionó a sus hijos una educación excelente, inculcando los valores arraigados en su familia desde generaciones, además de las nuevas corrientes helenísticas. Se la conoce también como la madre de los gracos por algunas de las revueltas provocadas a causa de las reformas de sus hijos en el senado cuando se hicieron adultos.
En esta escena, Cornelia recibe la visita de una frívola patricia, que presume de sus posesiones materiales: todas las joyas que le ha regalado su marido. Cuando, ávida, pide a Cornelia que le muestre su más valioso tesoro, ella llama a sus hijos, dejando a la visitante totalmente abochornada por su actitud.
Ella también es patricia, de buena posición, pero no hay nada más importante en el mundo que su familia, lo material queda en un segundo plano.
Con esta pintura, la artista ya se acerca mucho al estilo Neoclásico, aunque el tratamiento de las figuras es aún muy suave, no marca demasiado los contornos. En cuanto a la temática, es absolutamente moralista, típica del Neoclasicismo, que usarán como fuentes literarias a Tito Livio y a Plutarco.