Cristo muerto con ángeles
Manet pinta a Jesucristo de forma ultra-moderna.
Salón de 1864. La calidad este año es incuestionable. Cientos de cuadros son exhibidos en el la principal institución académica del arte francés. Artistas como Alma-Tadema, Moreau, Gérôme o Millet despiertan la admiración del público y el jurado.
Sólo un cuadro es ridiculizado por los críticos: el que tenéis en la imagen.
Cristo muerto con ángeles tuvo virulentas críticas por mostrar a JC con tal vulgaridad y falta de respeto al representar su cuerpo en esa pose tan grotesca. ¡Incluso la herida del costado estaba en el lado equivocado…! Manet se convirtió en el hazmerreír del Salón de ese año.
La gente no entendía detalles como que la cara del hijo de Dios estuviera mucho más oscura que el resto del cuerpo; parecía una quemadura de sol. No entendía la forma de mostrar de esa manera tan cómica las orejas del Mesías, como si fueran de quita y pon. O esas manos (la izquierda sobre todo) que parecen muñones. O esa postura en los pies ¿Es que Jesucristo se estaba echando una siesta? ¡Qué pintor más torpe!
La buena gente de París se hacía preguntas al ver esta marcianada ¿Dónde está Cristo? Porque si es una cueva, habría demasiada luz. ¿Por qué Manet pinta esa cortina tan resplandecientemente blanca? ¿Qué pintan ahí abajo la serpiente y el caracol…?
Por no hablar de esos ángeles… ¡Esos coloridos en sus alas! ¡Esas caras…! ¿Es que el de la izquierda se ha quedado dormido? Y el otro… ¿qué hace metiendo la mano debajo de la sábana?.
Lo cierto es que la pintura fue una adelantada a su tiempo. Todavía era demasiado pronto para plasmar ese realismo extremo en una pintura de esta temática. Además la pintura parece pintada de forma apresurada y perezosa. Si eso es consciente, sería todo un desafío a la coherencia pictórica. Quizás una forma de escandalizar, de provocar a esa pandilla de mierdas burgueses, y al mismo tiempo homenajear y actualizar la verdadera vanguardia para Manet: los barrocos españoles.
Manet seguría escandalizando. En el Salón del año después presentaría su Olympia, y volvería a llevar hostias por todas partes, pero plantó su tóxica semilla: la nueva generación de pintores franceses considerarían a Manet un héroe, un tipo dispuesto a romper con las normas del arte tradicional. Era el pintor de la vida moderna, como diría Baudelaire.