Olympia
Manet pinta a una prostituta como una Venus moderna.
¡Escándalo…! No sólo era un cuadro «mal pintado», sino también pornográfico… (según los cánones de 1865, cuando se expuso dos años después de ser pintado).
Una mujer desnuda yace en su cama mirándonos directamente. En realidad, el cuadro no muestra nada que no hubieran hecho ya Tiziano o Goya, aunque el primero pintó a una diosa y el segundo a una aristócrata.
Manet pinta explícitamente a una prostituta parisina. El gato negro a la derecha ya nos lo indica (ambigüedad, lujuria, promiscuidad, erotismo…) con su «cola erecta», así como también la criada que le entrega un ramo de flores, probablemente de un cliente satisfecho.
No es un desnudo, como correspondería por ejemplo a Venus. Aquí Olympia está desnudada. Solo conserva una cinta en el cuello, una orquídea en el pelo, una zapatilla de tacón y un brazalete. Todo esto enfatiza aún más su desnudez, adentrándonos casi en el terreno del fetichismo.
El cuadro solo pareció gustarle a unos cuantos locos como sus amigos Emile Zola y Baudelaire, que de hecho fue el que dio nombre a esta obra maestra.
Pero público y crítica (vaya banda de hipócritas) destrozaron a Manet, que a pesar de pasarlo mal al principio, no sólo volvió a la carga («Desnudo en la hierba») sino que hoy es considerado un visionario, el padre putativo del impresionismo y uno de los mejores pintores de la historia del arte.