El balcón
Un teatro burgués.
Es esta, tal vez, una de las obras del artista francés Edouard Manet en dónde mejor queda representado el espíritu burgués de la época. En ella encontramos dos damas de livianos vestidos blancos de verano, listas para salir de paseo con abanico, guantes y sombrilla y por detrás un señor de elegante porte con cigarro, cuello alto y corbatín azul zafiro. Un pequeño perrito a los pies de la dama que aparece sentada acompaña perfectamente la paleta de colores del cuadro.
En suma, nos encontramos con dos de los preferidos de Manet: el blanco y el negro. Lo inusual de su paleta, es el uso de éstos como colores y no simplemente pretextos de luz (blanco) y sombra (negro). Algo a lo que los Impresionistas le sacarán mucho provecho.
Y por último una figura casi imperceptible, en la oscuridad del salón, en último plano. Este enigmático personaje que aparenta ser un sirviente podría aludir al hijo que tuvo el artista en 1852 con una profesora de piano holandesa. Un hijo que mantenían «oculto» socialmente, dado que no estaban casados, haciéndolo pasar por un hermano menor de quien, en realidad, era su madre. Finalmente formalizaron el matrimonio en 1883, a la muerte del padre del pintor.
El encuadre de la pintura coincide con la de un balcón y un par de postigos verdes abiertos. Desde allí accedemos a la escena como si estuviésemos suspendidos, flotando frente al segundo piso de los nuevos edificios de la moderna París. Una ciudad renovada que supo dejar de lado su impronta medieval con nuevos y amplios bulevares gracias a la propuesta urbanística del Barón Haussmann.
Como si se tratara de una escena teatral, los personajes se ubican alternadamente y se distribuyen en diferentes planos del espacio enmarcado. Cada uno de ellos mira hacia una dirección diferente.
En primer lugar, y sentada, se ubica la artista y en este caso modelo, Berthe Morisot. Discípula primero de Camille Corot y luego de Manet, Morisot contaba con 27 años al momento de ser representada en el primero de los 14 retratos que el artista pintará de su alumna a lo largo de su vida. Interpretada aquí como una «mujer fatal», Manet la describe con una mirada penetrante y extremadamente profunda. Fue una de las grandes representantes del movimiento impresionista, participando una y otra vez de las exposiciones del grupo. Sólo se ausentó en las ediciones que coincidieron con sus embarazos. La gran admiración que sentía por su maestro la llevó a frecuentar su círculo más íntimo, y al cabo de unos años se casó con Eugene Manet, hermano del pintor.
La segunda modelo en escena es la violinista Fanny Claus, de 22 años. Aquí figura de pie y con un poco menos de fuerza en su retrato que en el caso de Morisot. Sostiene una sombrilla, presenta un importante tocado floral y no sabemos con exactitud si se está poniendo o sacando los guantes de paseo. Y todavía más atrás, como eje vertical de la composición, aparece de pie y en el centro del ventanal Antoine Guillemet, pintor de paisajes y amigo del artista.
Es interesante plantear esta obra como pintura inspirada en una anterior (y a su vez como inspiración de una posterior). Manet fue un gran admirador de la pintura española académica, especialmente de grandes exponentes como Velázquez y Goya. Este último realizó sus Majas en el balcón con unas mujeres sentadas y próximas al balcón, visten a la moda y cubren sus cabezas con mantillas.