El botones
Uso visceral del color para un estereotipo.
¿Quién querría ser atendido por este botones?. La figura desgarbada, su actitud de abandono con la mirada perdida en la fatalidad y la resignación de una vida probablemente desgraciada. Así nos presenta Soutine a este botones en uniforme de trabajo.
En la década de los años veinte Soutine comienza a gozar de cierto reconocimiento que le reporta alguna solvencia económica. Se dedica sobretodo al retrato y representa profesiones poco favorecidas socialmente como camarero, pastelero, músico o botones. Repite una y otra vez el mismo esquema para el retrato, planos medios o americanos (hasta la rodilla), sobre fondos que son un telón de color.
Este esquema no dista mucho del usado por Velázquez para el retrato del bufón El Primo, pero la intención es infinitamente distinta. Soutine no está interesado en individualizar al retratado, no sabemos quién es ni tampoco nos lo preguntamos, representa a un tipo de persona, a una clase social y a un estado emocional. Sus rasgos faciales no lo diferencian como individuo, ni siquiera somos capaces de determinar su edad. ¿es un joven castigado por la vida y avejentado o es un hombre que se quedó atrapado en el puesto más bajo de un hotel, el reservado a los novatos?
Es caricaturesco, casi esperpéntico y como en toda su obra, color y forma están a disposición de la expresión, su uso visceral del color que a veces aplicaba directamente del tubo, y las formas sin volumen, hacen de este individuo un triste muñeco sobre un fondo oscuro, en un espacio sin salida como su destino.