El derribo de un As
No es un as de picas, aunque caiga en pic...
Dejando los chistes malos aparte, «As» era el término que se le daba a un piloto de combate que hubiera derribado más de cinco aviones enemigos. En el invierno de 1942, Deineka se desplazó al frente. Allí tuvo la ocasión de presenciar numerosas batallas aéreas y la muerte de muchos pilotos. Esto fue la fuente de inspiración perfecta. Sería el 1943, no muy lejos del inicio de la Batalla de Stalingrado, cuando culminaría la confección de la obra que tratamos.
Vemos en el fondo una ciudad destrozada y restos de vehículos calcinados que se contraponen a un cielo de variable azul rasgado por la diagonal en forma de rastro humeante, generada por un avión que se precipita en picado. La luz empapa todo, no hay tristeza; pese la muerte inminente del personaje, no hay fin.
Entre todo esto, la figura de un piloto rubio, vestido de gris Luftwaffe, como lo haría Erich Hartmann, a quien le ha fallado el paracaídas va de cabeza a estrellarse contra los restos herrumbrosos de las barricadas que sobresalen del suelo. Pensándolo bien, la figura recuerda en su fría contorsión a alguno de los seres fantásticos de Max Ernst.
Lo que es cierto es que nos muestra una congelación del tiempo, la captura del instante previo a la fatalidad, para conceder a la postre al espectador la ilusión de que la vida y la muerte no se encuentran tan distantes o inconexos.
La composición de la obra, tremendamente vertical ralentiza la caída hasta suspenderla en el aire y en el tiempo, por su parte la trayectoria del avión derribado (que se pierde en el margen derecho) la acelera, este choque disyuntivo de sensaciones se combina para plasmar un momento dramático palpitante. La tensión emocional aumenta por la proximidad de la escena al plano pictórico y por lo tanto al espacio del espectador, esto sumado al tamaño del lienzo te sumerge dentro de la escena y te invita a tenderle la mano al personaje para evitarle el susto.
La obra de Deineka se puede entender como la imagen de la venganza (quizás incluso de la burla) que al fin parece posible, aunque también podría leerse en tono humanitario al demostrar que, en la guerra todos los soldados, independientemente del bando al que pertenezcan, mueren de igual manera.