El hombre del casco dorado
Saca oro de la pintura.
Hay que dejar clara una cosa: no es nada seguro que esta obra sea de Rembrandt. Y eso que es un Rembrandt más Rembrandt que el propio Rembrandt (ese brillo exagerado que vemos en el casco puede parecer típico del pintor del Siglo de Oro holandés), pero al parecer la ciencia ha descartado que pertenezca al maestro, siendo más bien obra de su taller. No era inusual que el pintor firmara legítimamente obras salidas de su taller.
Dejado ya ese tema aparte, no deja de ser un cuadro flipante, perfectamente ejecutado y que, como obra de un alquimista, crea oro directamente de mezclar unos cuantos pigmentos. Un poco de amarillo, algo de ocre y unos toque de blanco y voilà…! ¡Ya tenemos oro!
En la sombra está ese señor de cierta edad, que muchos ven como la representación de Marte, dios de la guerra, que parece posar entre cabreado y somnoliento. Quizás es una representación de los tiempos de paz (aunque Holanda estaba en conflicto con Portugal, en la llamada Guerra de las especias). Es una interpretación como otra cualquiera, ya que desconocemos la identidad del modelo.
Aunque no cabe duda de quién es el protagonista de este cuadro: el casco, y la luz reflejado en él. En realidad, estamos —por así decirlo— ante una naturaleza muerta.