La parábola del rico tonto
Rembrandt y la luz. Los ricos, en la oscuridad.
La parábola del rico insensato (o del rico tonto) la contó Jesús a sus colegas según el Evangelio de Lucas (12:13–21). JC, en su filosofía hippiosa proto-marxista quiso dar a entender el error de darle mucha importancia a la riqueza, porque no es más que simple avaricia, y a la larga no sirve de absolutamente nada.
En la parábola, un rico había cosechado muchos bienes. Pero en vez de disfrutarlos, el muy gilipollas pensaba en guardarlos a buen recaudo, porque eran suyos y nada más que suyos. Así que en vez de compartirlos con sus vecinos, el millonario decidió derribar sus graneros y edificar unos más grandes. Dentro de su mente brillante y emprendedora le pareció una buena idea, porque una vez guardada toda su mierda en sus mega-complejos de almacenamiento ya podría dedicarse a vivir la vida padre.
¿Qué pasó? Pues que Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de quién será?.
El muy imbécil se murió esa misma noche.
¡Cuánto rico hay de ese tipo! No se dan cuenta de que los estómagos de los pobres son almacenes mucho más seguros que sus graneros…
Rembrandt, además de ilustrar la parábola, para demostrar que en temas de iluminación estaba a años luz, decidió representar al necio rodeado de sus riquezas entre la penumbra. Solo con la luz de esa vela podemos verlo contando moneditas ¡Qué felicidad! Pero en realidad está solo y viejo como uno de esos putos millonarios que ahora «van al espacio» en cohetes con forma de polla.
Por cierto, se dice que el modelo de Rembrandt para el viejo fue su padre.