El palacio con rocas de ventana
Ejemplo clásico de los paisajes de Tanguy.
Estamos ante una muy reconocible obra de este artista singular, que empezó a pintar sin tener ni idea tras ver un cuadro de Giorgio de Chirico.
Efectivamente podemos sentir a de Chirico en estas formas extrañas y solitarias de Tanguy. También podemos asociar este cuadro con los vastos paisajes de Cadaqués de Dalí (en este caso su pueblo natal en Locronan, Finisterre, Bretaña) o las formas bailantes y orgánicas de Miró.
En definitiva: Tanguy fue un surrealista autodidacta que supo absorber los estilos de sus colegas consiguiendo un estilo propio y fascinante.
Sus paisajes vastos y abstractos suelen ser de paleta muy limitada, y están habitados por las más variadas formas abstractas, salidas del subconsciente. Son probablemente mezcla de sueños, recuerdos de su estancia en África o su tierra natal bretona y la propia imaginación del artista.
Paisajes inventados pero extrañamente reconocibles que el artista pinta bajo cielos encapotados. Es muy habitual que la parte superior de sus cuadros sean puro cielo y la parte inferior tenga estas arquitecturas entre lo geológico y lo mecánico, entre lo orgánico y lo inerte, que arrojan largas sombras proyectadas hacia atrás.
Tanguy pintó este cuadro en su granja-estudio de Woodbury, Connecticut, el lugar al que escapó de la guerra con su esposa americana, y donde vivirían juntos el resto de sus días.