El soldado y la Muerte
La Guerra la mantuvo ocupada.
El del soldado y la Muerte es un tema muy antiguo en el arte alemán. Artistas como Durero ya lo había tratado, pero aquí Hans Larwin (que no era alemán, pero sí austríaco) lo lleva un poco más allá actualizándolo a su época y ambientándolo en la I Guerra Mundial.
Más de 70 millones de personas de 30 países lucharon en la Primera Guerra Mundial. En total, unos 10 millones de soldados perdieron sus vidas en la carnicería, ya fuera en inmundas trincheras, o por tuberculosis, infecciones o la mortal Gripe Española. A esto hay que sumarle otros 7 millones de civiles. Los historiadores más pesimistas calculan que entre una cosa y otra, La I Guerra Mundial acabó con 65 millones de vidas.
Desde luego en ese conflicto no le faltó trabajo a nuestra huesuda amiga.
Larwin participó en la contienda y fue pintor de guerra oficial para el Imperio Austro-Húngaro. El artista pudo ver de cerca la muerte en varias ocasiones. Por suerte, la Parca nunca lo eligió a él durante el conflicto, aunque Larwin la tuvo siempre presente en su obra desde entonces.
Es el caso de esta obra, que ilustra perfectamente el día a día de un soldado. El militar apunta con su rifle al enemigo, aunque el verdadero enemigo está a su lado, sonriente y abrazándolo con su fría y esquelética mano.
En el futuro, la Muerte volvería a trabajar a destajo en la II Guerra Mundial, batiendo nuevos récords. A estas horas, ni ella misma debe querer saber nada de una 3ª, aunque aquí está el ser humano, siempre superándose a sí mismo.