El gran cabrón
Decoración de interiores.
Esa muchedumbre grotesca que poblaba la Peregrinación a la fuente de San Isidro parece haber llegado a su destino: una misa negra oficiada por un macho cabrío.
El gran cabrón congrega a sus fieles, y la multitud con rostros apenas abocetados se apelotonan ante él para escuchar con atención lo que tiene que decir esa negra figura. Son caricaturas expresionistas, casi un siglo antes de que se inventara siquiera el expresionismo.
Esta es la pintura que decoraba el salón de la casa de Goya, la Quinta del Sordo. Y eran casi 5 metros, lo que nos da una idea de la época oscura que estaba viviendo en artista.
Porque así era Madrid (y por extensión, España) para Goya en esos años en los que pintó las Pinturas Negras: chusma desdentada e ignorante que ahora jalea a un rey y después a otro peor, que prefiere la superstición a la razón, que se arrastra entre las sombras para seguir a cualquier demonio.
Una población, la española, víctima y a la vez cómplice de la Santa Inquisición, del poder absolutista, de la corrupción crónica, del clero degenerado y de tantas y tantas injusticias que Goya nunca se cansó de denunciar.
Grandes cabrones nunca faltaron en el país.
Esta y otras obras son explicadas en mi libro «Francisco de Goya: El tiempo también pinta».
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Bueno, perdón por el burdo spam...
¡Gracias!
Miguel Calvo Santos