Homenaje a Cézanne
Una pandilla de vanguardia.
Un retrato histórico de varios de los grandes pintores franceses de finales del siglo XIX homenajeando al que quizás fue el mejor de ellos: Paul Cézanne.
El marchante Ambroise Vollard junto al pintor de este retrato de grupo, Maurice Denis, reunieron a la flor y nata del arte galo para rendir pleitesía a Cézanne, que curiosamente no aparece por ningún lado. Aparece, eso sí, uno de sus bodegones encima de un caballete.
Entre los retratado podemos identificar, de izquierda a derecha, a Odilon Redon (todos parecen mirarlo y escuchar); Paul Sérusier, el gurú de los Nabis, grupo al que también perteneció Denis; el crítico André Mellerio con su sombrero de copa; al marchante Vollard tras el caballete; un autorretrato de Maurice Denis, los también nabis Paul Ranson, Ker-Xavier Roussel y Pierre Bonnard fumando su pipa; y finalmente a la derecha, Marthe Denis, la esposa del pintor.
¿Porqué en su propio homenaje no se muestra a Cézanne, ese al que toda esta gente le debe tanto? Sabemos —y seguro que Denis también— que Cézanne no era un tipo muy sociable. Arisco y misántropo, apenas expuso y no confió jamás en el mundo del arte. Sólo tendría la admiración de algunos de sus más modernos contemporáneos, y por supuesto el de las nuevas generaciones, como Picasso o Matisse que afirmaron: «Cézanne es el padre de todos nosotros».
Se cuenta que un día se presentó un admirador (Denis quizás) para presentarle sus respetos y un cabreado Cézanne protestó: «No te burles de mi, jovencito», pero al momento se dio cuenta y se arrepintió: «No lo tomes a mal; ¿Cómo puedo creer que ves algo interesante en mis cuadros?».
El artista no está presente, pero sí su obra, que habla por sí sola.