La muerte de Viriato
Un símbolo de la resistencia española al invasor.
Posiblemente es la obra que más fama le dio a José de Madrazo. Este monumental lienzo lo pintó en 1807 en Roma, y fue ideado para un ciclo de grandes pinturas de historia antigua, del que finalmente sólo pintó éste.
Con este ciclo pretendía evocar la resistencia de los pueblos peninsulares a la dominación romana, en claro paralelo a la situación política que estaba viviendo España con la invasión francesa de Napoleón. Y es que el pintor neoclásico siempre mostró su fidelidad al monarca Carlos IV, y su rechazo al gobierno de José Bonaparte.
El cuadro se convirtió en uno de los iconos del patriotismo y símbolo de la lucha española por la independencia del Gobierno intruso. Fue expuesto en el Museo del Prado desde su inauguración, en 1819.
El centro de la composición lo ocupa el lecho del difunto Viriato, jefe de la resistencia contra los romanos, y sobre él se abalanzan sus generales y servidores llenos de dolor. A la izquierda de la escena hay una pareja de lanceros y un servidor; a la derecha otro militar abre los brazos en señal de estupor ante el asesinato de su general. Tras él, un joven hace sonar un cuerno dando aviso al resto del campamento. A la derecha del cuadro, dos guerreros marchan con la intención de arengar a las tropas para vengar la muerte de Viriato.
La escena parece un relieve, como si estuviésemos contemplando el friso de un templo griego, con todos los personajes dispuestos en un solo plano. Las figuras parecen monumentales, con poses heroicas y teatrales, con una clara inspiración clásica. La obra es un claro ejemplo del estilo Neoclásico que Madrazo aprendió de su maestro Jacques-Louis David.