La nevada
(o El invierno)
Un frío que te cagas.
Una vez más, Goya rompe los moldes de los esquemas clásicos con esta representación del invierno y de entre todos los esquemas posibles y habituales en la representación de las estaciones del año, Goya decide ser fiel a su ingenio cronista y nos muestra un nuevo modo de ver el invierno, tal como es.
Fueron muy frecuentes las representaciones mitológicas, los bodegones con alimentos propios de cada estación, los populares juegos de invierno en las aguas heladas de los ríos, o las batidas de caza también en un tono lúdico, sin embargo Goya los descarta todos.
Este cuadro responde a una serie de tapices que por orden real le fueron encargados bajo el genérico epígrafe de Pinturas de asuntos jocosos y agradables, como podemos ver de jocoso tiene poco.
Goya, más fiel a sí mismo que al encargo del rey, nos ofrece su propia visión del tema. Una escena costumbrista cuyos personajes nos aportan información de su procedencia por la indumentaria típica de sus regiones, de los tres personajes centrales, tapados con mantas zamoranas, los dos primeros son castellanos y el tercero valenciano. Guían una mula que a cuestas porta un cerdo, que esperemos haya hecho más llevadero el cruento invierno que nos muestra Goya con una paleta de blancos y grises y con los desnudos árboles cedidos por la ventisca.
Al paso de los transeúntes otras dos figuras armadas y con un perro cierran la escena. No queda muy claro si se interesan por la identidad de estos tres hombres o no, ya que ninguno cruza la mirada, la tempestad no se lo permite.