Desayuno con pieles
Este objeto es uno de los iconos de surrealismo.
Todo comenzó como una broma durante un almuerzo en París de la jovencísima Meret Oppenheim con Dora Maar y Pablo Picasso.
El artista, elogiando el abrigo de piel de Oppenheim, afirmo: “cualquier cosa podría ser cubierta de piel”. La joven artista preguntó: “¿Incluso esta taza y este plato…? Así no se me enfriaría el café…”.
Y así surgió uno de los objetos surrealistas más famosos, la taza de Oppenheim, bautizada por Breton como “Le déjeuner en fourrure” (desayuno con pieles).
Elementos tradicionalmente asociados con el decoro como puede ser un juego de café, son manipulados para confundir, repugnar, desasosegar, desafiar a la razón… en definitiva, conectarnos al subconsciente.
Beber de una taza peluda alude claramente al sexo. Tiene connotaciones de culpabilidad burguesa. Se elimina por completo su utilidad. Muestra un desconcertante contraste entre lo primitivo y lo civilizado. Juega con nuestras sensaciones…
Este objeto es un recipiente problemático: la piel resulta muy agradable al tacto, pero es repugnante al llevarla a la boca.
Y al fabricarlo, la artista se metió en el bolsillo a todos los surrealistas. Nadie esperaba que una artista tan joven (y además mujer) produjese una obra de tal impacto, que se convirtió automáticamente en uno de los iconos del movimiento.