Lavabo y espejo
Bodegón hiperrealista que a la vez puede ser un autorretrato sin López.
Este interior de un cuarto de baño forma parte de una serie de pinturas y dibujos realizados por López en uno de sus estudios de Madrid.
En él vemos un lugar en el que el artista se pasó años (el proceso creativo de este tipo es exasperante, y puede pasarse décadas pintando un cuadro), un interior que es a la vez una naturaleza muerta hiperrealista, tan detallista que hasta se puede percibir la roña acumulada.
La obra tiene una luz bastante especial, que produce un efecto «religioso», por decirlo de alguna manera. Como dice el propio autor, este lavabo es casi un altar.
Hay quien dice que Lavabo y espejo es también una especie de autorretrato invisible. López pintó todo lo que veía en ese espejo menos su propio reflejo, pero los objetos que aparecen por ahí dan ciertas pistas sobre la personalidad del pintor, y sobre todo su oficio: una brocha, colonia, esmalte de uñas, pintalabios… cosas que podrían verse como utensilios de pintura.
Aunque también hay objetos cosméticos femeninos, por lo que debemos preguntarnos hasta que punto esta obra no es también un autorretrato de la pareja (Recordemos a la mujer de López, la también pintora María Moreno).
Pero este Lavabo y espejo no es tan hiperrealista como parece: En él se pueden ver dos perspectivas distintas, dos puntos de vista separados por esa franja central.