
Mi madre y mi hermana
Certero retrato de familia.
Interior de Vuillard (al que le encantaban los interiores con escenas domésticas) en la que retrata de forma super sintética a su madre y a su hermana.
Su señora madre Madame Vuillard es una tía sólida, poderosa, estable. Viste un vestido negro (ya que era viuda y tuvo que mantener a la familia ella sola) al que Vuillard da cierto protagonismo en la composición. Un agujero negro que absorbe todo a su alrededor: es el centro de la pintura como era el centro de la familia. Su hermana Marie en cambio, parece camuflada con el papel pintado de la pared. Su vestido a cuadros y los motivos de la pared se mezclan como disolviéndose unos con otros. Llama la atención cómo se agacha, como para encajar en la imagen.
El pintor opta también por forzar la perspectiva enseñando el suelo, inclinando un poco los ángulos para que sea un poco imperfecta, aberrada, desequilibrada. No es un secreto que a Vuillard —como al resto de nabis— le volvía loco el arte japonés.
Los interiores de Vuillard son a menudo así: casi mareantes, a veces claustrofóbicos. Son retratos psicológicos que sugieren las relaciones entre los retratados. Y aquí se ve bien quien manda. Vuillard retrataría mucho a estas dos mujeres: a Madame Vuillard siempre fuerte, muy presente (por no decir dominante). A Marie casi invisible, incómoda, silenciosa… El artista vivió con su madre hasta la muerte de esta. Vuillard tenía 60 años.
Estos interiores son sobre todo muy audaces para la época. Son pequeñas obras muy personales y muy íntimas, a la vez que críticas y afiladas.